jueves, 24 de mayo de 2007

Cine aborigen for export

Ante la evaporación de la partida presupuestaria dedicada al naciente Consejo Nacional de Cine, el camino para formular una estrategia que justifique la asignación y el empleo de fondos estatales para el cine ecuatoriano transita por algunos interrogantes. Uno de ellos es si la agenda de nuestro cine debe incluir una propuesta para la difusión nacional de la futura producción cinematográfica incubada con dinero del Estado. La interrogante viene condimentada con otra más inquietante: ¿fondos para hacer cine en un país tan carente de salas de cine?

Cuando escucho a algunos colegas cineastas, me parece oír el eco del discurso de la ministra de Turismo o de la de Relaciones Exteriores. Efectivamente resulta oportuno lavar nuestra imagen exterior, especialmente de las manchas sanguinolentas de la política aborigen. El turismo receptivo, por ejemplo, ciertamente necesita blanqueador. Lindísimos diablo huma, desnudos emplumados, Tigua’s painters, Galápagos, Cotopaxis, sapitos, ballenas jorobadas… Fantástico el Ecuador for export. Los estereotipos “culturales” bien iluminados, encuadrados y colgados en exóticos escenarios son vendedores y, si van envueltos en Millas AAdvantage, pues pegan. Si bien un cine aborigen de exportación contribuiría en favor de nuestro posicionamiento global como el manso y seductor destino vacacional que a muchos encantaría, este insumo parece más sustancial a la agenda de turismo/comercio exterior, que a la de políticas culturales nacionales.

Pero también existe y existirá producción fílmica local alejada de la visión postal de La Mitad del Mundo. ¿Qué hacemos con ella?

Luego de la tertulia con el vicepresidente y el ministro de Cultura, el pasado 1 de marzo en la Casa de la Cultura, uno se pregunta qué quedó en claro. ¿Acaso que la cultura es otra cosa que un pasatiempo divertido? ¿Que el poder del audiovisual es imprescindible en tareas culturales formativas y transformadoras? ¿Que es indispensable disputar a la TV el monopolio nacional de los contenidos culturales audiovisuales? El ministro de Cultura insistió en que los talentos criollos deben “florecer”. ¿Para que conformen un lindo jardín, entretenido, fragante, pero ante todo muy decorativo?, me pregunto. No comprendo tanto afán de definirnos como talentosos, exitosos y hasta reconocidos; reconocidos “en el exterior” en lo posible. Inmensos talentos a medio desenterrar o medio sepultados en el sótano sudaca. Pareció que las autoridades acudieron a una tertulia alrededor de los “justos” sueños del artista nacional, de su éxito y desventura, del cariño del público y de cómo quedar bien afuera.

¿Cómo es que junto a estos funcionarios no logramos reflexionar acerca de políticas culturales de Estado y del rol protagónico del cine en ellas? ¿Somos los realizadores corresponsables de que la creación audiovisual nacional esté posicionada de modo tan cosmético? ¿De que nos vean como muchachos traviesos con “justos” sueños? ¿Nuestra Ley de Cine tiene clara la película en cuanto al propósito de la producción audiovisual en Ecuador? ¿Tenemos un propósito?

Debemos lograr que, en la esfera del poder político, se distinga entre el objetivo de resolver una necesidad de comunicación y de formación cultural nacional, y el de atender expectativas personales y “justos” sueños de galardones, alfombras rojas, estatuillas, cocteles de estreno entre faranduleros y rutilantes participaciones en festivales extranjeros. No pedimos plata para que se luzca zutano ni para inflamar la vanidad de mengano. Los creadores, en última instancia, no seríamos los beneficiarios de esa inversión; seremos los canalizadores de un instrumento para paliar la condición de miseria cultural en que vive el país. Allí, en esa perspectiva me quedan estrechos los festivales extranjeros y las escasísimas salas de cine que, en la actualidad, dispone el país.

Establecer la necesidad de producir un cine transformador para público ecuatoriano es también asumir que ese nuevo cine debe difundirse del modo más eficaz posible: TV nacional, TV local, salas de cine, mediatecas municipales, DVD, centros educativos, museos, cine en plazas e Internet. En un país donde la educación —cuando hay— es tan mala que pocos niños de 10 años entienden lo que leen, donde 1 de cada 4 guaguas sobrevive condenado al trabajo infantil y, sobre todo, en un país casi sin salas de cine, una producción fílmica destinada sólo a la butaca y a la gran pantalla extranjera aparece como una exquisitez sibarita junto a la hambruna vernácula de contenidos de calidad y a décadas de intoxicación televisiva.

¡Declaremos la emergencia cultural nacional!

No podemos priorizar sólo la vista de ojos extranjera. Más allá de proyectar o no a nuestra colorida aldea en la retina del primer mundo, veamos cómo mejorar las condiciones en que piensa y siente la aldea. Especialmente, en cómo los aldeanos pensamos nuestro propio futuro. Es chévere hablar de mirada y voz propias, de cultura, diversidad e identidad. Pero resulta sospechoso blandir ese discurso y no defender la necesidad de una difusión local masiva y popular, es decir, no defender la oferta de contenidos hacia quienes aún cultivan y dan vida genuina a los rasgos más profundos de nuestra identidad.

En Ecuador la afición por el cine y por la fantástica experiencia cinematográfica en salas, puede empollarse y renacer desde el DVD casero, la mediateca de un centro cultural, Internet, desde la propia TV —privada y estatal—, desde la videoteca del colegio fiscal técnico nocturno Nelson Torres de Cayambe, o desde el monitor de los buses de la flota interprovincial que enlaza por las noches a Machala con Santo Domingo. Hay que inventar la divulgación del nuevo cine e inventar supone combinar, de modo innovador y astuto, más posibilidades de difusión; no menos.

Si está en juego la gestión de fondos públicos, resulta indispensable comprometernos con el rol formativo, reflexivo y transformador de la futura producción cinematográfica. El cine nacional, en tanto hermosa y potente herramienta de desarrollo cultural, tiene que llegar a los rincones del país entero. Si generamos cuatro o cinco producciones anuales con dinero del Estado: ¿cómo no buscar la forma de ofrecer esos contenidos del modo más amplio posible entre nuestra gente y especialmente entre los más desatendidos culturalmente? ¿Acaso ésa no debe ser preocupación de los creadores y de la agenda del CNC? Entonces, ¿tarea de quién es? ¿La nuestra es la de disputar reconocimiento en los festivales foráneos?

Jorge Oquendo

Publicado en: Catálogo de Encuentros del Otro Cine, festival internacional de cine documental EDOC 6. Quito Ecuador, mayo 2007.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Super!!! Ya estas en linea. He recorrido rapidamente tus articulos, que me parecieron super interesantes, y visualicé tambien el video; como me habria gustado verlo completo, pero bueno. De todas maneras, con mis orales que comienzan este lunes, apenas tengo tiempo de nada (hasta los chicos con varicela fueron a parar donde los abuelos -mala madre, puedes nomas decir). En todo caso, larga vida a tu blog. Volveré a visitarte.

nandy dijo...

Excelente!
Que bien escribes y que temas tan interesantes!
No he podido ver aún tu video pero seguro lo comento en otra ocasión.

Felicitaciones por tu blog

Nandy

maife dijo...

Felicitaciones!
Qué gusto encontrarme con esta sorpresita. Después de haber leido y visto artículos fotos y videos te los comento con todo gusto. Por ahora la primera impresión es muy buena!
Maife

BelleSahi dijo...

Bravo pour votre blog ! Je viens de chez Maijo.

Anónimo dijo...

que interesante el bloq y toda la concepcion del espacio ,eres mi heroe!
gracias por la invitacion a ver tu pelicula el sabado
estaremos todosss y todassss
maria ines

Anónimo dijo...

buena Jorge, espero poder ver completo tu trabajo, bravo desde ya por los esfuerzos: el blog, la película , etc.
Avanti hermano, un abrazo desde Montreal!

JotaEquiz